La Patrona de Nicaragua de fiesta en Lavada de La Plata

 

Cuatrocientos cincuenta y siete años hace que llegó a Nicaragua y se quedó para siempre. Surcó el mar y arribó a El Realejo, su destino era el Perú, pero por esos designios de Dios escogió esta tierra pinolera de Lagos y Volcanes. Si, La Virgen del Trono, La Conchita, nos acogió bajo su manto y protección y nos convirtió en marianos y una forma popular de veneración es la tradicional Lavada de La Plata, rito centenario que se repitió ayer en su Santuario Nacional en El Viejo.

Miles de feligreses y el clero de Occidente se congregaron ayer para honrar a la Patrona de Nicaragua en una inolvidable ceremonia presidida por el cardenal Leopoldo Brenes y Monseñor Sócrates René Sándigo Obispo de la Diócesis de León.

En la homilía, Monseñor Sócrates René Sándigo llevó un mensaje de paz exaltando la figura de la Virgen María, recordando a su vez el arribo de la Señora a las tierras conquistadas. “Todo comenzó en El Realejo”, dijo.

Antes de reeditar la baja de la Virgen María para ser expuesta ante los fieles, resonó en el santo templo la composición nicaragüense de Tino López Guerra, Nicaragua Mía.

Seguidamente el cardenal Brenes y el obispo Sándigo dieron la bendición con la imagen de la Virgen; a continuación, una cadena de fieles que inició con los sacerdotes pasó al altar mayor a venerarla. A continuación, en el atrio del Santuario se llevó a cabo la Lavada de La Plata.